
Reconozco que la primera vez que escuché hablar de la luz azul fui muy escéptica. ¿Cómo puede hacer daño una radiación de tan baja energía? ¿Cómo puede hacer daño un color? En ciencia no importa lo que uno crea, sino los hechos. Solo las opiniones construidas sobre la evidencia científica tienen valor. En la actualidad sabemos muchas más cosas sobre cómo la radiación afecta a la piel. La luz azul se ha convertido en uno de los principales temas de los congresos de dermatología.
El 30% de la radiación que emite el sol entre las nueve de la mañana y las ocho de la tarde es luz azul. También pasamos muchas horas delante de pantallas, bajo luces LED y fluorescentes. Más del 35% de la luz que emiten estos dispositivos es luz azul. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cantidad de luz azul que nos llega de los dispositivos electrónicos está muy por debajo de la que nos llega del sol. Tendríamos que exponernos 48 horas seguidas a la luz azul de un móvil para detectar algún efecto sobre la piel.
Llevamos más de diez años investigando intensamente cómo esta fracción del espectro visible afecta a la salud y apariencia de la piel. Ya hay evidencia científica sólida sobre cómo la luz azul acelera el envejecimiento e induce la aparición de manchas.
Qué es la luz azul
La luz que observamos en forma de colores es lo que llamamos espectro visible. A su vez, el espectro visible lo dividimos en «franjas de colores». Y como la luz es una onda electromagnética, para medir esas franjas usamos como unidad de medida la «longitud de onda», que se mide en nanómetros (nm).
La luz azul se corresponde con la franja que va de los 380 a los 500 nm. Por debajo de esa franja estaría la radiación ultravioleta, que no la vemos, pero sí conocemos muy bien los efectos que causa sobre la salud.

Casi todas las radiaciones tienen sus pros y sus contras. Igual que podemos usar a nuestro favor los rayos X para hacer una radiografía, también sabemos que la exposición excesiva a esta radiación es muy perjudicial para la salud. Lo mismo ocurre con la radiación ultravioleta y con la luz azul. Por ejemplo, usamos luz ultravioleta como herramienta terapéutica para la psoriasis y la dermatitis atópica y, al mismo tiempo, sabemos que debemos protegernos de la radiación ultravioleta porque, entre otras cosas, es potencialmente cancerígena. Con la luz azul pasa lo mismo. La luz azul se usa en dermatología en tratamientos oncológicos y para tratar el acné, no obstante, ahora sabemos que también produce efectos biológicos indeseables.
Efectos biológicos de la luz azul
- Estrés oxidativo
Se ha probado científicamente que la luz azul está involucrada en los procesos de estrés oxidativo a través de la formación de radicales libres. El estrés oxidativo es el principal responsable del envejecimiento de la piel.
Sabemos que la radiación ultravioleta A (los rayos UVA) producen especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que contribuye a dañar la piel e inducir algunos tipos de cáncer. Hasta hace unos años se creía que la luz visible no tenía suficiente energía para producir este tipo de daños, por lo que se diseñaron estudios para evaluar sus efectos. Descubrimos que la luz azul también produce especies reactivas de oxígeno. Son diferentes a las que produce la radiación ultravioleta, pero también inducen estrés oxidativo en las mitocondrias de las células de la piel (queratinocitos) y destruyen las flavinas que mantienen la integridad de la piel. Aunque es mucho menor que el que produce la radiación UVA (un 25%), sí es algo que la luz azul puede hacer, cosa que la luz verde o roja no pueden.
A nivel cutáneo, los radicales libres pueden provocar acumulación de lesión oxidativa en moléculas como el colágeno y la elastina (glicación), favorecer la acumulación de pigmentos como la lipofucsina y la melanina causando manchas, y provocar fibrosis en los vasos que nutren la dermis, afianzando las arrugas gestuales.
- Hiperpigmentación
Se ha probado que la luz azul tiene la capacidad de activar los melanocitos y que estos produzcan más melanina, lo que se traduce en manchas cutáneas. Las personas que podrían tener más riesgo de sufrir hiperpigmentación por luz azul son aquellas con un fototipo alto, es decir, personas con la piel oscura. Esto es así porque sus células tienden a producir más melanina. Esto también afecta a las mujeres embarazadas y a las personas que se someten a peeling o procedimientos de resurfacing (como el láser) en la cara ya que su piel está más sensible durante un tiempo a la radiación luminosa.
Este proceso de ajuste de la cantidad de pigmento que se produce en la piel está mediado por una proteína: opsina 3. La opsina 3 funciona como un detector de luz que causa que los iones de calcio inunden los melanocitos y desencadenen la producción de melanina. A este proceso se le llama melanogénesis. Hay dos enzimas que forman un complejo que acelera la melanogénesis: tirosinasa y dopacromo tautomerasa. Este complejo se forma principalmente en melanocitos de piel oscura e induce una actividad sostenida en el tiempo de la tirosinasa, lo que explica la hiperpigmentación de larga duración que se observa en la piel con fototipo III y superior después de la irradiación con luz azul.
- Deshidratación
Se ha visto que la luz azul afecta al estado hídrico de la piel y a la barrera cutánea porque la exposición a esta radiación altera la síntesis de algunas proteínas. Esto se ha podido comprobar mediante estudios in vivo, es decir, evaluando sobre la piel de personas sanas cómo afecta la luz azul a la pérdida de agua transepidérmica (TEWL). Para ello, durante 30 min a lo largo de una semana, los antebrazos de 22 voluntarios fueron irradiados con luz LED de banda estrecha de 453 nm. Otra semana no se les administró luz, lo que fue usado como control del estudio. El resultado es que la piel irradiada con luz azul mostró una TEWL significativamente más elevada que la no irradiada. Esta diferencia de hidratación se mantuvo hasta 72 horas después.
Filtros de luz azul usados en cosmética
La radiación ultravioleta tiene más energía que la luz azul, por eso puede romper fácilmente las moléculas en unidades más pequeñas formando radicales libres, responsables del envejecimiento prematuro y promotores del cáncer. El ultravioleta daña la piel y la salud en general, por eso los cosméticos de protección solar contienen filtros específicos para la radiación ultravioleta B (UVB) y en algunos casos también para la A (UVA). El factor de protección solar (SPF) nos garantiza la protección frente a los UVB, y el pictograma en el que las siglas UVA aparecen dentro de un círculo indica que también protege de los UVA.
Se ha comprobado que algunos de estos filtros ultravioleta, como el óxido de titanio o de zinc cuando se encuentran en grado pigmentario, sí son capaces de absorber radiación de 430 ± 30 nm, es decir, parte de la luz azul.
La luz azul es radiación visible, por lo que un filtro efectivo frente a ella tiene que ser visible. Esto significa que debe ser un pigmento, es decir, debe tener color. Cuando un pigmento presenta color anaranjado significa que absorbe radiación azul. En teoría del color a esto se le conoce como «colores complementarios».

Por este motivo los pigmentos anaranjados que incluyen diferentes óxidos de hierro se han empezado a emplear como filtros de luz azul. En la lista de ingredientes cosméticos (INCI) se encuentran enumerados como «colorantes cosméticos». Cada uno de ellos figura en el etiquetado con su número CI (Colour Index). Este número CI es, por tanto, la denominación INCI de los pigmentos usados en cosmética.
Cuando el óxido de titanio (TiO2) se encuentra en grado pigmentario, es decir como mineral rutilo, figura en la lista de ingredientes como CI 77891.
Así mismo, los óxidos de hierro rojo, amarillo y negro se corresponden con los números CI 77491, CI 77492 y CI 77499. Desde el punto de vista químico el óxido de hierro rojo es el óxido de hierro III (Fe2O3), el óxido de hierro amarillo es el oxihidróxido férrico monohidratado (FeO(OH)·H2O), y el óxido de hierro negro es el óxido de hierro II,III (Fe3O4), en forma de óxido ferroso-diférrico (FeO·Fe2O3), principal componente de la magnetita. Los tres absorben diferentes franjas de la luz azul, aportando cobertura frente a toda la radiación de ese rango de longitudes de onda.

Para comprobar si un cosmético absorbe en la franja de la luz azul se utiliza una técnica de espectrofotometría que mide la absorbancia. Simplificándolo un poco, esta técnica consiste en hacer pasar radiación a través de la muestra que queremos evaluar. Un detector medirá qué parte de la radiación ha sido absorbida por la muestra y qué parte la ha atravesado. La medida del área bajo la curva de la absorbancia comprendida entre los 400 y los 450 nm nos indica que el cosmético absorbe en la franja de la luz azul. Esto se refleja en el envase como «protección frente a la luz visible».

Estos ensayos se hacen sobre el producto acabado, es decir, son in vitro. Además, los laboratorios cosméticos pueden completar la medida con ensayos in vivo, sobre piel, para validar el nivel exacto de protección, de la misma manera que se hace con el SPF, además de evaluar la dispersión y estratificación del producto aplicado.

Estos ensayos fueron realizados sobre varios cosméticos del laboratorio dermatológico La Roche Posay que contienen en sus fórmulas todos los pigmentos que demostraron ser eficaces absorbiendo luz azul: óxido de titanio de grado pigmentario y los tres pigmentos de óxido de hierro (rojo, amarillo y negro). Todos los productos de la familia Anthelios Mineral One presentan estos componentes en su fórmula, por lo que son cosméticos con total cobertura frente a la luz azul.
- Cómo prevenir y curar el efecto de la luz azul
No debemos olvidar que el espectro de la luz es un continuo, por lo que debemos tener en cuenta que la incidencia de una fracción de la radiación puede magnificar los efectos de otras fracciones. Desde el infrarrojo, pasando por el visible y llegando al ultravioleta, todas esas esas franjas del espectro aceleran la formación de radicales libres a través de mecanismos bioquímicos diferentes. La polución es otro de los agentes externos que más afectan.
El tocoferol o vitamina E es un potente antioxidante liposoluble que ha demostrado ser uno de los compuestos más eficaces para frenar la formación de radicales libres. Su principal función es proteger las membranas celulares del estrés oxidativo. Múltiples estudios han demostrado una reducción del fotoenvejecimiento, la inmunosupresión y la carcinogénesis.
También inhibe la síntesis de melanina por acción contra la tirosinasa y la tirosina, y posee una modesta absorción de la radiación ultravioleta cerca de los 290 nm, lo que, junto con su efecto antioxidante, podría explicar su acción fotoprotectora.
Para combatir la deshidratación causada por la luz azul es recomendable utilizar productos con ingredientes hidratantes. La glicerina es capaz de retener la hidratación y reducir la TEWL. El ácido hialurónico es muy higroscópico. Esto significa que es capaz de retener una gran cantidad de agua —miles de veces su peso— con lo que minimiza la pérdida de agua de la piel.
Además de todos estos ingredientes que reparan los daños causados en la piel, tenemos formas de prevenirlos. La combinación de óxido de titanio de grado pigmentario junto a los tres pigmentos de óxidos de hierro ha demostrado ser una fórmula ganadora como barrera frente a la luz azul.
Si a esto le añadimos óxido de titanio nano y microparticulado hasta lograr un SPF 50+ tenemos un filtro mineral que nos protege de la radiación ultravioleta, tanto de los UVB como de los UVA.
Todos estos componentes están presentes en los Anthelios Mineral One, con lo cual estos productos son la vez un fotoprotector, un maquillaje (hay cuatro tonos diferentes) y una hidratante con función antioxidante.
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Diario Oficial de la Unión Europea. Comisión 2006/257/CE por la que se establece un inventario y una nomenclatura común de ingredientes empleados en los productos cosméticos
*Declaración de conflicto de interés:
Este artículo ha sido escrito con total libertad.
Formo parte del equipo de asesoramiento científico del laboratorio dermatológico La Roche Posay perteneciente a L’Oréal. Esa es la razón por la que se citan como ejemplos de prevención y tratamiento productos desarrollados por este laboratorio.