Llamarse a uno mismo youtuber es jugársela. Es común asociar esta plataforma a contenidos de bajo calado intelectual. Para muchos un youtuber es un bufón. Hay muchos estereotipos sobre los usuarios de esta plataforma. Es una de las redes sociales en las que uno está más expuesto. El formato habitual es el de alguien que habla a cámara. Los vídeos reciben comentarios, a veces anónimos, a veces firmados y con la misma falta de pudor que se estila en cualquier otra red social. Sin embargo, parece que hablar de ciencia mantiene al margen a un gran número de malhumorados agitadores. En cambio, si la youtuber es mujer, aunque hable de ciencia, la cosa cambia. Cuanto mayor es el impacto del canal, más tenemos que lidiar con comentarios machistas y de mal gusto. Esta opinión que puede sonar personalísima es compartida por otras youtubers de ciencia con las que tengo el gusto de relacionarme.
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